domingo, 30 de octubre de 2011

El ajedrez de la vida. La tabla de Miguel

Solo me detengo a pensar en aquellos que ya no lo hacen en mi y aún me pregunto porqué. No soy tal y como me veis, tal y como decís, creo que nadie lo es. Si tú no te preocupas por mi, yo lo haré por los dos. Intento recordar en que momento se escuchó el crujido de la fractura que separó nuestros caminos. Tiendo a pensar que hice, dije o actué de alguna forma que pudo romper aquello que teníamos. Hoy no hablo de amor, hoy hablo de otro tipo de amor, hablo de amistad.

Lo intento, de verdad que lo intento, es que no se hacerlo de otra manera, puede que sufra una gran primera decepción, una segunda y una tercera, pero me esfuerzo porque funcione, inclino tanto la mano, que a veces toca el suelo y acabo percibiendo el frío que se siente en estos días de duro invierno.

No quiero estar siempre así, tampoco quiero puedo estar siempre ahí, tampoco debo intentarlo eternamente,por ti, y por mi y es por ello que jugaré mi propia partida de Ajedrez y moveré mis piezas estrategicamente, en función de como lo hagas tú, en función de si das un paso, si acaso aquello no volviera a ocurrir, me dedicaré a jugar a otra cosa.

Me gustaría no tener nada de lo que escribir, me gustaría estar en otro sitio, me gustaría ver a quien quiero todos los días, quisiera pasar cada segundo con los amigos de verdad, quisiera no tener que escuchar música con los auriculares jodiéndome los tímpanos porque el mundo prefiere no poner banda sonora a sus vidas, pero aún así, pese a tener que hacer un esfuerzo horroroso por levantarme, a pesar de tener que buscar las razones por las que sonreír, a pesar de que pienses que soy una persona gris, a pesar de todo ello, no tengo ninguna intención de ocultarte todo eso, ninguna intención de parecer otra cosa que no soy, ninguna intención de decirte algo que no pienso, pero pese a no poder hacer puentes que nos unan, podemos construir muchas otras cosas que necesitan de una pasta especial, de la tuya y de la mía, aquello funcionaba, pero tuviste miedo cuando hubo problemas, no apostaste por lo que podríamos hacer, sino por lo que hicimos.

Fortunas, Coincidencias y Creatividades

Tres personas tan solo tuvieran acceso a las conexiones nerviosas de mi “sombrero de pensar” durante este fin de semana, tres que descubrieron el nombre de aquellos que me cambiaron.

La señorita de lo Social como la llamaremos, es todo aquello a lo que quiero aspirar, todo aquello a lo que quiero llegar a pensar, porque me enseñó a decir lo que pienso sin decir nada. Que no tiemble, que no tartamudeé, que no piense lo que digo ni como lo hago, sin saber si estará bien o mal.

La señorita de lo Familiar es y será mi enlace con el mundo real, al mundo al cual quiero renunciar, pero que se encargará de recordarme que algunas cosas de aquí merecen la pena, que sufrimos las mismas decepciones al mismo tiempo y esos vínculos nos mantendrán unidos el día que nos desvanezcamos de las vidas de las personas que tenemos en común.

El Caballero de la Blanca armadura que muchas veces hace como que todo se le refleja, pero solo hay que aguantar y quedarse ciego mirándolo hasta que decide fijar su mirada en ti para tenderte la espada a la cual podrás aferrarte sin cortarte si sabes cogerla.

Hoy comienza una nueva versión, esta ya es la 3.0 durante este año, quizás demasiados cambios que denotan inestabilidad, pero mi estabilidad depende de cambiar continuamente.  

Pasé miedo, estuve solo porque así creí que me haría más daño, solo que en esta ocasión no me ahogué solo, no me zambullí sin una bombona de oxígeno y pese a que las cosas no han cambiado tanto, esta vez tampoco yo lo hice.

La letra de una canción decía que hay que convertir las emociones en canciones, pero son los propios sentimientos lo que se aferran a cada palabra, a cada letra de la melodía y hacen que inevitablemente aunque te arranques el corazón, entren por tus oídos y se cuelen en la habitación que reservaste, para tirar la puerta abajo, tan solo con su dulce voz.

10 %

Avecinaba desde tempranas horas, que un día así, estiraría tanto los minutos, que el segundo más embarazoso de tú vida, no podría haber durado más.

Un día de esos raros, en los que todo lo que te ocurriera podría derrumbarte, pero hoy es cuanto menos peculiar, extraño, (será porque no llovió y me daba igual que el intermitente de mi coche fuera una discoteca independiente). Escuché demasiadas opiniones, demasiadas  conversaciones de las cuales acumulé un gran libro de recetas para vivir tan felizmente, que ni ellos sabían a que se referían.

Recorrí con canciones que significan todo, los mismos metros, hasta llegar a mi destino, pero diferente, me hicieron reír, me hicieron llorar con sus historias, uno tras otro, consejo tras consejo, conversación tras conversación, pude llegar a ese 10% que necesitaba.

Ver  que todos son en algunos momentos como el cristal de las gafas tras las cuales se esconden las respuestas que tanto anhelan conocer, siendo los más duros para que no los rayen, siendo los más frágiles a los golpes, hace que asumas que todo es igual, pero a la vez se parece demasiado poco.

Horario I defendía que estaba bien todo aquello que era capaz de producir placer, pero yo por llevarle la contrario, diré que es un placer hacer el bien y que a veces simplemente no hay nada bueno.

Aporte aquello que necesitaban escuchar, aquello que creí ayudaría a seguir, a poder continuar, es fácil, pronunciar las palabras adecuadas para agradar, es complicado decir las correctas para no agradar pero llegar para que sepas lo que digo.

Antes de finalizar este, comenzó el siguiente, el mundo gira y no se detiene, así que dejadme girar en sentido contrario, confundir el freno con el acelerador, hace que la seguridad sea tan solo una palabra.