No importa la felicidad ni el trabajo con el que recuerde las cosas, nunca es suficiente, siempre se puede hacer más, siempre hay algo en lo cual no estuve a la altura y pensar que lo importante es que todo esté bien a costa de todo, acaba por no beneficiar a nadie.
Suelo aprender de la peor de las maneras, no me van los métodos convencionales, esos se graban en una parte de mi cabeza que está "a por uvas", de lo que yo hablo, es crecer solo; no teniendo un referente de aquello que persigo, nunca tuve ídolos, porque yo era y soy, al único al que aspiro a convertirme.
¿Nunca has tenido esa sensación de por qué no todo el mundo lo ve como lo haces tú?
O ¿esa sensación de cuando nadie te creé y basta con que una persona te diga "pienso lo mismo", para sentirse con mas razón, que si te la hubieran dado los siete mil millones de personas que habitan La Tierra?
Pues tiene que bastarnos con darnos nuestra propia aprobación, para que sea válido, no importa que nadie crea en ti, si tú eres capaz de hacerlo.
Como empecé diciendo, muchas cosas son las que dejas atrás y es que "nada es para siempre", no es solo una frase hecha, todo se deja atrás y todo cambia, incluido tú mismo, lo importante es que recuerdes que eres tú, solo tú; contra o con el mundo, eso irá cambiando, pero la premisa es y serás, siempre tú.
Gracias por recordarme quien soy, si todo fuera fácil no podría estar orgulloso de haberme pegado tortazos, haberme roto como cristal de bohemia, para volver a pegarme. Nunca quedas igual, pero te ves más original, con más grietas pero más unido a ti mismo por el pegamento que usaste.
Gracias de nuevo a todos los que me empujaron. Fui un marginado y le tomé gusto a eso de no querer mimetizarme con el mundo.
No seré bueno, o si, pero yo seré mi propio juez, la única sentencia que podrá conmigo, será la penitencia que yo mismo me imponga.