domingo, 2 de enero de 2022

COMENZANDO EL AÑO EN URGENCIAS

 La vida tiene una jodida forma de  bajarte a tierra, de abofetearte tan fuerte que se te caen hasta los pensamientos y solo queda de nosotros lo más básico, lo más primitivo, que hace de nosotros personas, que no seres humanos, porque no atendemos a razones, solo nos movemos por instintos, los de supervivencia, sin atender nada ni nadie, sin guardar apariencias, dando valor tan solo a lo esencial y desechando de una forma inequívoca lo que tiene importancia de lo que no, quien es relevante y quien deja de serlo en esa escala de necesidades básicas en dicho momento. 

Año 2022, de nuevo empieza una nueva tarea, la de sobrevivir 365 días más y no solo tú, sino también lo que están a nuestro alrededor, porque si la vida es vida, es gracias a los que hacen de ella un lugar donde poder existir y donde compartimos tiempo y espacio con personas afines a nosotros. 

No es momento de ser egoísta, ni de ser egocéntrico, pero ¿que momento es bueno?. Pero por antonomasia, el estado contrario no existe, porque todo es una dedicación hacia los demás exhaustiva, desesperante, ESTAR, siempre ESTAR, nunca desfallecer, absorber problemas, sentimientos, emociones, ESTAR pendiente de todos los demás hasta olvidarte de ESTAR para ti mismo. Y ha de hacerse así, porque es lo que aprendimos, fuerte, resistente, aguantar lo que venga, soportar lo malo, lo tuyo, lo de los demás, lo del alrededor, no provocar mayor dolor a nuestro entorno más allá del ya existente, anteponer sus necesidades a las tuyas casi de forma automática y sentirse culpable, por dedicarse un tiempo a sí mismo, porque no tienes derecho a ello, porque está mal visto. 

Devolver toda la preocupación que tuvieron por mi, no poder llorar, tan solo soportar, resistir, aguantar, da igual el envite que la vida te tenga preparada, a ti o a tu alrededor, siempre tener el control, la respuesta correcta, ser el que vislumbra los siete finales antes de que ocurran, anticiparse, adelantarse y SER lo que se necesita de ti en cada momento. El que está en segundo lugar, el que asume las riendas, el que media, el que pasa a ser uno más por no destacar, el que calla para no hacer sentir al de enfrente lo que tú sentiste, aunque él te lo hiciera, porque tú estás por encima siempre. 

Agotado, exhausto, no puedo más, no aguanto más, pero las circunstancias nunca van a cambiar, quizás vayan a peor por lo que, ¿en que lugar me deja eso?, debo cambiar yo. Olvidar lo que sienten los demás, rechazar el Don de saber que siente en cada momento cada persona con cada palabra con cada silencio con cada ausencia  con cada presencia. Sabiendo en cada momento como hacer sentir mejor a esa persona pero ¿ignorándolo? simplemente porque no es lo que a mi me hace bien?. 


Y en estos momentos, en este preciso momento, ese relato es de lo más egoísta, pero dicho esto, guardaré con llave de nuevo todo aquello que sé que me haría bien, por mantener fuera todo aquello que sé que hace El bien y que debo perpetrar como parte de mi labor a este mundo, pese lo que pese. 

Mi único momento egoísta son unas letras, son unas palabras, para poder desahogar todo aquello que me obstaculiza el alma y liberarla durante un tiempo, sacarla de su recinto para que estire las piernas, mostrarle lo que podría ser pero no será, porque está destinada a hacer algo más grande, está destinada a ser el alma de los demás, para los demás y nunca la suya propia.